Flor Peña | flor.btc

Nov 243 min read

Una reflexión personal

He estado unos días ausente, replanteándome todo. Tengo claro hacer cambios significativos y aunque me entra cierto sustico también me emociona. Las mejores cosas de mi vida han resultado de lanzarme al vacío, de permitir que explote lo que tenga que explotar y aprender de todo, agradecerlo todo.

Desde la pandemia algo en mí hizo clic en relación a mis prioridades y en cómo gestiono mis emociones. Hay cosas en las que no estoy de acuerdo, cosas que veo que tomarán tiempo en cumplirse, pero ¿saben qué? tengo una fuerte convicción de que voy en el camino correcto y es una convicción tan fuerte que incluso me hace llorar, por eso sé con todo mi ser que lo que imagino y pienso se hará realidad más temprano que tarde.

Nací en Venezuela, un país complicado ya no solo desde el punto político sino social, donde reinaban las creencias limitantes incluso desde mi núcleo familiar. Mis padres trabajaron tanto, para llegar a la jubilación sin un duro… Me pregunté tantas veces: ¿vale la pena? ¿vale la pena tanto tiempo trabajando? ¿valió la pena el tiempo que me dejaron sola en casa? ¿es así como debe ser? ¿puede haber otra manera de vivir? Me cuestioné tantas cosas durante toda mi infancia y adolescencia que un día decidí marchar de casa, y seguir mi corazonada, la misma que me hace tener optimismo y ese sentido de que existe la posibilidad de hacerlo diferente y si no de inventarla.

Me fui para crecer, para formar mi propia familia, para hacerme responsable de mis actos y decisiones, para encontrar respuestas a todo eso que me resultaba injusto y he hallado mucho más que respuestas, ahora estoy en un punto en el que me siento sola, muy poca gente comparte mi sentir, mi visión, es como si hablara otro idioma, y no sé cuanto tiempo tomará para que lo vean, más bien pienso que no tengo que esperar por ello, porque no sucederá y aceptarlo es también no poder compartir esa alegría y esa emoción que humedece mis ojos de solo pensar en lo que es.

Todo se resume en haberme cuestionado casi todo y darme cuenta que la mayoría de las cosas han sido impuestas, no son reales, estaban sucediendo en piloto automático.

Hoy en día no busco aprobación, no me motiva la exposición ni la competencia con otros, compito conmigo misma, miro hacia adentro en todo momento y encuentro las respuestas allí, no fuera. Estoy convencida de que todo llega sin perseguirlo, que se trata de alinearnos en la frecuencia de nuestros deseos y ese proceso es como convertirse en mariposa, muchos no llegan a serlo nunca, porque es prácticamente despojarte de todo lo que te ha paralizado, de muchas cosas que te han inculcado ser y que por lealtades inconscientes sostuviste por mucho tiempo. Es aceptar, soltar y desapegarse al mismo tiempo de todo, para encontrarse completamente desnudo y amarse en la nada absoluta.

Hasta aquí mi reflexión, te deseo todo lo mejor que concibas en tu corazón y que tu vida se transforme a todo el potencial que llevas dentro.

Flower.

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